Las indicaciones del gran corredor de montaña Javi Salar nos facilitan la visualización de lo que nos espera: una salida rápida para coger posiciones de cara a la primera subida de verdad. Bajada, subida por pista, y nueva bajada hacia la meta. Parece fácil, y para muchos lo es, sin embargo dos frases escritas por el bueno de Javi martillean mi cabeza durante las 3 horas que duró mi "paseo" montañero:
(...)muy importante, bajar como bajan los orientadores.
Una vez pasada la primera parte, seguro que encuentras tu lugar en la carrera(...)
Lo de bajar como bajan los orientadores está muy bien, incluso te puede hacer ganar varias posiciones, pero claro, aquí no somos orientadores, somos DesOrientadores. Nos habíamos preparado para los 1.300 metros de desnivel, conseguíamos subir a la Peña Rubia sin tener que ponernos a andar, reventábamos las nuevas cuestas infernales descubiertas a cinco minutos de casa, concentrábamos 600 metros de desnivel en apenas 9 km de carrera... Todo esto para nada.
Bueno, para algo sí, para quitarnos a más de uno en las pendientes del 75% de la primera subida, y de este modo ver desde una posición privilegiada como nos quitában las pegatinas en la primera bajada, la más descompuesta y vertical a la que yo me había enfrentado hasta la fecha, y en la que me vi superado por el brutal desnivel (mi GPS marcó hasta un -56%)
Y la historia se vuelve a repetir, como en el día de la marmota, en la segunda subida. Me engancho a la 3ª mujer absoluta y vamos adelantando gente, a bastante gente, alcanzamos a la 2ª mujer (soy géminis y aunque iría el noventa y pico de los chicos mi lado femenino veía que estábamos en la pomada) y empezamos el descenso. Quedan 10 km de bajada y a los 200 metros ya no las veo.
Me quedo solo, mi reto es bajar de las 3 horas pero las piernas están rebosantes de ácido láctico. De vez en cuando me adelanta algún corredor y en el último avituallamiento coincido con un compañero de Lorca. Los calambres en los cuadriceps hace tiempo que amenazan con tirarme al suelo y alternamos el trote cochinil con el paseo cochinero. Pasamos el puente y la meta ya está cerca, quiero llegar a la meta corriendo pero me espero a estar casi en la plaza para intentar trotar lo más dignamente posible. Paro el crono en 3:02 y me acuerdo de las chicas que me han acompañado en parte final del recorrido. Busco en la clasificación y veo que han tardado 2:50 y 2:54. Me han metido en 10 km de bajada 12' y 8' respectivamente... Esta gente no es de este planeta!
IronTapi también sufre de lo lindo, se ha quedado taponado en la primera subida y ha perdido un tiempo precioso, se pone lider de un pequeño grupeto y lo lidera durante la segunda subida y el descenso final. Una inoportuna caída llegando al río le hace perder varios minutos. Aún así, se permite el lujo de subir las escaleras y la rampa final corriendo, la carrera ha sido brutal, pero él nos regala unos últimos metros en los que nos demuestra su poderío físico.
Dos días después sigo sin poder andar bien, bajar un solo escalón es una auténtica pesadilla y subir las dos piernas a la cama una verdadera odisea. Repaso los datos del GPS y no me extraña que nuestros cuerpos parezcan el de dos gladiadores después de haber combatido sin descanso durante una larga jornada en el Circo Máximo:
209 pulsaciones de máxima; kilómetros a 16:31 m/km; 1.512 metros de ascenso; 24,28 km...
Un único consuelo, las pulsaciones van bajando conforme avanzaba la carrera, pues menos mal que dejé de correr antes de que llegasen a 0 ppm