El despertador suena a las 7:15.
A las 8:15 ya tienes el pulsómetro puesto y el GPS ha localizado los satélites, puedes empezar, pero a esta hora durante la semana todavía estás durmiendo. El organismo está desperezándose y la primera subida hace saltar a los cereales del desayuno.
La llegada al collado es una bendición, estás entero y "sólo" queda llanear y bajar.
Sendas húmedas, verdes, vírgenes.
Sendas ideales para flotar por sus piedras, saltar sobre las raíces y las ramas del suelo.
Sendas que hacen que merezca la pena el madrugón y el esfuerzo.
Sendas que dentro de poco pasarán a mejor vida si siguen permitiendo a los "endureros" que suban y bajen, y que vuelvan a subir y bajar, sin importarles que la erosión acabe con ellas.
Endureros que tienen un circuito a quinientos metros pero que prefieren destruir el monte, molestar a los andarines e insultar a los corredores.
Un paraje increíble a menos de cinco minutos, andando, del centro de la ciudad, una montaña que si no la tuviésemos iríamos a buscarla.
Una ruta espectacular obra de Murcia Yoryú: 15,8 km; 1:40:57; 6,22 m/km; 841 metros de ascenso. La vuelta completa que ansiábamos completar y que ya hemos finalizado.
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